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Cada vez que se ha creado una necesidad adaptativa en el ser humano, la microbiota, a través de su flexibilidad y capacidad de modulación, ha proporcionado la respuesta

La investigación sobre cómo la microbiota intestinal responde a diferentes agresores ambientales está en curso. Se están realizando estudios para entender mejor cómo estos factores impactan nuestra salud y cómo podemos promover una microbiota más saludable a través de cambios en la dieta y el estilo de vida.

A lo largo del tiempo, y con exposiciones continuas a ciertos elementos agresivos, es posible que las poblaciones microbianas se hayan adaptado evolutivamente. Las bacterias y otros microorganismos tienen una notable capacidad para ajustarse a su entorno, incluyendo la posibilidad de desarrollar resistencia o mutaciones en respuesta a cambios en su hábitat.

Ya sabemos que, cuando se introducen sustancias nocivas, algunas cepas bacterianas pueden evolucionar para metabolizarlas o resistir sus efectos.

Esto ha ocurrido con la lactosa, los efectos negativos de la exposición a radiaciones ultravioletas, el alcohol y los metales pesados. Y actualmente, está ocurriendo con la exposición a los plásticos.

La lactosa

La microbiota intestinal ha jugado un papel importante en nuestra adaptación al consumo de lactosa, el azúcar presente en la leche. Algunas poblaciones desarrollaron una adaptación genética que permite la producción continua de lactasa a lo largo de la vida.

Pero también la microbiota intestinal puede adaptarse para ayudar en la digestión de la lactosa. Algunas bacterias intestinales fermentan la lactosa no digerida, produciendo ácidos grasos de cadena corta y otros metabolitos beneficiosos que pueden ser absorbidos y utilizados por el cuerpo.

Aquellos individuos que podían digerir la lactosa en la edad adulta tenían una ventaja selectiva. Esto significa que eran más propensos a sobrevivir y reproducirse, transmitiendo así, junto con sus genes, los elementos de su microbiota que ayudaron a asimilar los nutrientes contenidos en la leche.

Radiaciones ultravioletas

Hace unos 40.000 años aumentaron las radiaciones ultravioleta.

Estas podrían haber ocasionado daños oculares y en la piel, y algo muy importante para el mantenimiento de la especie: la reducción del ácido fólico, esencial para el desarrollo fetal y la supervivencia infantil.

Sin embargo, los Homo sapiens que habitaron Europa entonces pudieron sobrevivir a este periodo de intensa radiación solar.

En el mundo científico persiste un antiguo interrogante antropológico:

¿Por qué desaparecieron los neandertales mientras Homo sapiens prosperó?

Parece ser que Homo sapiens salió más airoso también de este trance con respecto a los Neandertales.

El uso de pigmentos protectores como el ocre, su aplicación sobre la piel, la confección de ropa y el refugio en cuevas podrían haber contribuido a reducir el impacto de la radiación ultravioleta.

Pero resulta que ya hay alguna evidencia que permite pensar que la microbiota intestinal puede mitigar los efectos negativos de la exposición a radiaciones UV, ya que tiene un papel crucial en la regulación del sistema inmunológico.

Por otra parte, las bacterias intestinales producen los ya mencionados ácidos grasos de cadena corta (AGCC), que tienen propiedades antiinflamatorias y antioxidantes. Estos compuestos pueden ayudar a proteger las células del daño causado por la radiación.

También hay estudios que sugieren que una microbiota saludable puede influir en la salud de la piel, manteniendo la barrera cutánea y mejorando su respuesta al estrés ambiental, incluida la exposición a UV.

Algunas investigaciones han comenzado a explorar cómo las alteraciones en la microbiota pueden estar relacionadas con enfermedades de la piel inducidas por UV, como el cáncer de piel y el envejecimiento prematuro.

Aunque se necesita más investigación para establecer conexiones directas, estos estudios son prometedores.

Metales pesados

La microbiota intestinal puede jugar un papel importante en la protección contra los efectos nocivos de los metales pesados.

Las bacterias intestinales pueden absorber y unir estos metales, reduciendo su absorción en el cuerpo, e influir en la respuesta inmunológica al estrés que provocan.

Las cepas de Bifidobacterium han mostrado capacidad para reducir su toxicidad al transformarlos en compuestos menos dañinos. También se ha comprobado que son capaces de producir antioxidantes que ayudan a neutralizar los radicales libres generados por los metales pesados.

Alcohol

La microbiota intestinal también puede proteger contra los efectos nocivos del alcohol.

Es cierto que el alcohol aumenta la permeabilidad intestinal, pero la microbiota ayuda a mantener la integridad de esta barrera y puede producir antioxidantes que neutralizan los radicales libres generados por el alcohol. Además, puede influir en la respuesta inmunológica al estrés causado por esta sustancia.

Al metabolizar el alcohol ingerido, la microbiota reduce su concentración en el cuerpo.

Lactobacillus: Algunas cepas han demostrado ser capaces de reducir la toxicidad del alcohol al metabolizarlo y producir antioxidantes.

Bifidobacterium: Estas cepas han mostrado capacidad para modular la respuesta inmunológica al estrés alcohólico.

Akkermansia muciniphila: Esta bacteria ha demostrado ser capaz de mejorar la integridad de la barrera intestinal y reducir su permeabilidad aumentada por el alcohol.

Los microplásticos

Estudios recientes han sugerido que ciertas bacterias presentes en la microbiota pueden ayudar a descomponer o modificar los microplásticos, facilitando así su eliminación del cuerpo.

Además, una microbiota saludable puede contribuir a una mejor función del sistema inmunológico y una mayor capacidad de desintoxicación, lo que podría ayudar a mitigar los efectos negativos de la ingesta de microplásticos. 

José Antonio Barroso.